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¿SOY UN BUEN LÍDER?

En un proceso de armado de marca personal para un cargo gerencial, el candidato nos indica que sus últimas posiciones llegó a asumir el rol de liderazgo por ausencia del anterior pero definitivamente le inquietaba saber si era un buen líder.


Suele pasar que primero obtenemos el cargo y después nos capacitamos para ser lideres, pero que pasa cuando aún no se ha recibido formación al respecto o cuando entran las dudas de si se está haciendo bien el trabajo. Muchas personas cuando llegan a un cargo de alto nivel ponen a prueba su liderazgo, ya que es la oportunidad que tienen para demostrar sus capacidad de planificar, dirigir y guiar un grupo, lo que servirá para determinar si estamos listos para asumir esa responsabilidad de ser un jefe.


Pero seamos honestos, ser un buen líder no es tarea fácil y menos si conoces previamente al equipo de trabajo donde debes ser capaz de utilizar la sutileza con mano de hierro, donde el reto principal es guiar a un grupo de personas para que entreguen resultados óptimos a corto plazo. ¡Gran Responsabilidad!

Algunos reconocimientos de que lo estás haciendo bien llegarán de forma indirecta, por lo cual hay que desarrollar al mismo tiempo la capacidad de observación para ir ajustando el estilo de liderazgo propio en función al equipo de trabajo, algunas evidencias podrían ser:


  • Existe una comunicación clara y continua incluso en temas no laborales.

  • Saben actuar de forma independiente respetando sus límites de acuerdo el alcance de cada rol.

  • No hay silencios al llegar a los espacios donde ellos se encuentran.

  • Eres el referente ante temas en los que ellos no se sienten capacitados.

  • Te incluyen en diferentes temas de trabajo en equipo, indistintamente si lo has promovido.

  • Al dar una instrucción es comprendida y seguida de forma espontánea sin necesidad de convencimiento o de realizarlo contra voluntad.

  • Se sienten cómodos transmitiendo un feedback en caso de ser necesario.

  • Son voluntarios ante tareas por asignar pues saben que todos contribuyen como equipo.


Cada persona tiene su propio ritmo y forma de trabajar, por lo cual no hay un modelo único e ideal a seguir, la adaptación de cada uno depende de ese feedback que exista, porque no solo se trata de guiar al equipo sino de hacerlo de una manera armoniosa, donde prevalezca el cumplimiento de las normas, se garantice el buen funcionamiento de la empresa y al mismo tiempo se desarrolle a cada uno de esos empleados.


Ahora, ¿Has notado que en tu equipo los mejores empleados se van?


Tal vez la respuesta no siempre sea superación personal o mejoras económicas.


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