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Lo conocido no es algo que te pueda sorprender

  • YB
  • 16 abr
  • 3 Min. de lectura

La vida, en su esencia, está llena de sorpresas. Sin embargo, a menudo nos quedamos atrapados en lo conocido. Lo que ya hemos experimentado, las rutinas que nos resultan familiares, las creencias que no cuestionamos, nos dan una falsa sensación de seguridad. Nos acostumbramos tanto a lo que conocemos que ya no nos sorprende, ni nos reta, ni nos impulsa a cambiar. Y en esta conformidad, corremos el riesgo de quedarnos estancados.


El confort de lo conocido: ¿por qué nos cuesta salir?


Lo conocido, por más que no nos brinde emoción ni desafío, ofrece una sensación de control. Sabemos qué esperar, tenemos la certeza de lo que va a pasar. El miedo a lo incierto, a lo desconocido, es lo que nos mantiene anclados a lo que ya conocemos. Pero este miedo, lejos de protegernos, limita nuestra capacidad de crecer. Nos lleva a una falsa sensación de seguridad que, en realidad, nos priva de lo que podría ser una vida más rica y transformadora.


Este fenómeno está profundamente relacionado con nuestra biología.

El cerebro humano busca patrones, busca predecir, porque así reduce la ansiedad que genera la incertidumbre. Pero si todo lo que experimentamos está predecido y controlado, entonces no estamos permitiendo que la vida nos sorprenda, que nos enseñe cosas nuevas, que nos empuje a desarrollarnos más allá de nuestros límites.


¿Y si la sorpresa fuera el camino del crecimiento?


La sorpresa no es algo que simplemente sucede. Es algo que debemos permitir. Y para permitirlo, necesitamos dar el paso hacia lo desconocido. Salir de la zona de confort implica arriesgarse, dar un paso hacia lo incierto. No se trata de ser imprudente, sino de abrir la mente y el corazón a nuevas experiencias, de permitirnos la incomodidad que viene con el cambio.

Lo desconocido, aunque temido, es donde realmente ocurre el aprendizaje. Cada vez que nos enfrentamos a algo nuevo, rompemos un patrón, y en ese rompimiento está la posibilidad de transformación. Si nos aferramos solo a lo que sabemos, nos limitamos. Sin embargo, al aceptar la incertidumbre, invitamos a la creatividad, la innovación y la autocomprensión.

El verdadero reto está en el cambio de perspectiva


El miedo a lo desconocido es natural, pero también lo es el deseo de crecer. De hecho, la magia de la vida no reside en la seguridad de lo conocido, sino en lo impredecible, en lo que aún no hemos experimentado. Cada vez que nos lanzamos a lo nuevo, nos damos la oportunidad de descubrir de lo que somos capaces, de aprender de la experiencia, de encontrarnos con versiones más auténticas de nosotros mismos.


Este proceso puede ser incómodo al principio. La ansiedad y la resistencia a lo nuevo son parte del camino. Pero es precisamente en esa incomodidad donde radica el cambio, la expansión. El crecimiento verdadero no viene de quedarnos donde nos sentimos cómodos, sino de atrevernos a caminar por caminos que no podemos prever.


Haz de lo desconocido tu aliado


La vida no se trata solo de lo que ya conoces. Es también lo que aún no has explorado, lo que está más allá de tu zona de confort, lo que te desafía y te hace cuestionar lo que sabías hasta ahora. Cuanto más te atrevas a salir de lo familiar, más aprenderás de ti mismo y del mundo que te rodea.

No se trata de rechazar la seguridad, sino de encontrar el equilibrio entre lo conocido y lo nuevo, de abrirte a lo inesperado mientras sigues construyendo una base sólida. Es la combinación de ambos lo que te permite evolucionar de manera auténtica, sin limitarte a lo que ya sabes.


¿Estás dispuesto a dejar de aferrarte solo a lo conocido?


Te invito a abrirte a lo inesperado, a lo que aún no sabes. Atrévete a dar el paso hacia lo incierto, porque allí, en el desconocido, está el verdadero crecimiento. La sorpresa y el aprendizaje te esperan, solo tienes que permitirte ser vulnerable y abrazar lo que aún no has vivido.


Nos vemos en sesión.

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